Desde la antigüedad el hombre ha sabido reconocer aquellos lugares en los que un principio desconocido pero intuido, venerado y altamente benefactor, de una forma más pura o libre se expresaba. Aquellos lugares de poder tuvieron su momento álgido, un momento en el que el hombre convivía con un entorno mágico y existencial en el que todo tenía un sentido, y cada sentido formaba parte de la esfera íntima y espiritual del mismo hombre.
En aquellos lugares, en los que la energía se expresaba y movía con la cualidad de modificar a los individuos, propiciando estados de la mente o más internamente de la propia conciencia, fueron levantados templos y monolitos, cajas de resonancia, antenas o acumuladores de esa energía. Y allí los hombres sabios, los sacerdotes, los mediadores entre el mundo de lo invisible y el de los mortales, realizaban sus ritos como fórmulas para atrapar en el momento la expresión más sutil de esa energía, y transmitirla o atesorarla para incrementar el conocimiento, paliar el dolor, o intensificar su conexión con el mundo espiritual.
Así, como una red de redes, estos lugares están repartidos por todo el mundo, tienen una influencia general y reconocida por una inmensa mayoría de individuos que, más o menos conscientemente, los perciben y aceptan como tales; sin olvidar aquellos lugares extraordinariamente personales que parecen estar diseñados para ti, con los que conectas personal e individualmente: son tus lugares de poder, y ahí te limpias, acumulas energía, te sanas, y expandes la conciencia.
Son lugares todos donde el hombre adquiere una dimensión diferente y, aunque muchos de ellos están ligados a una creencia, la verdad es que esta no forma mas que parte de su contexto histórico y circunstancial, ya que el efecto que provoca está más allá de tu propio sistema de creencias; lo que ocurre es que se deja interpretar, pero el efecto espiritual trasciende todo contexto y llega al hombre por vía directa.
He tenido la suerte, en la mutua compañía de mi pareja, de visitar muchos de estos lugares, conscientes de lo que en un tiempo supusieron. Muchos de ellos continúan "vivos", activos. Otros duermen un largo sueño provocado por la inactividad de la conciencia que ya no se aplica al visitarlos, aunque algo queda y se nota. A otros se les puede despertar.
Estos lugares de poder fundamentan su influencia en corrientes que se alimentan desde el centro de la Tierra, y tienen su homónimo literalmente a veces en sus antípodas. A modo de vórtices, en absoluto estáticos por necesidad en su emplazamiento, en ocasiones se desplazan un máximo de unos centenares de metros, lo que está condicionado por factores vinculados a la tectónica del lugar.
Otras veces son redes, líneas que, a modo de un entramado complejo y multidireccional, tienen un afloramiento a superficie. Esta red es una suerte de urdimbre energética que contiene al planeta, y puede sufrir también variaciones. Básicamente en ellas se fundamenta la alineación de las construcciones megalíticas de la antigüedad. Las construcciones dolménicas venían a propiciar el afloramiento de estás energías, cuando no lo aprovechaban directamente.
Otras veces los vórtices provienen de las alturas, son como extensiones de cúmulos estelares que en algún momento tuvieron una cierta relevancia en la historia antigua de nuestro planeta, y en el establecimiento de la vida y la conciencia en el mismo. Estos afectan a la conciencia de manera muy particular, porque conectan con raíces espirituales de alto poder, y contribuyen al reforzamiento de la conciencia de ser, y al de la memoria primigenia y única. Es quizás el tipo de afloramiento energético que un mayor poder trascendente tiene con respecto al hombre.
De cualquier manera, tanto unos como otros forman parte del cosmos al que el hombre pertenece y por el que vive, y ya sea a uno u otro nivel todos contribuyen al mejoramiento del Ser y al afianzamiento de la verdadera conciencia. Y no debemos olvidar que es de rigor visitarlos al menos con una cierta regularidad, pues nos aportan a un nivel no necesariamente perceptible pero, desde luego, útil y enriquecedor. Contribuyen a equilibrarnos, alimentando energéticamente una parte de nosotros que necesita un flujo preciso y especial. No se trata mas que de los flujos que nos mantienen energéticamente activos en planos superiores o diferentes y que nos ayudan, por demás, a mantener el vínculo con ellos y a recibir su alimento. Un alimento que no debemos dejar de tomar.
Tenemos que recordar que a veces hay ciertos lugares tan cerca de nosotros que pasan desapercibidos.A veces pienso que quizas sea por que esta predestinado acia uno.
ResponderEliminarTu lugar de poder podrá pasarte desapercibido por un tiempo pero, antes o después, por no decir desde el primer momento, lo sentirás tal cual. Ahí la energía fluye para tí especialmente de manera intensa. Y la sensación de estar en un lugar tremendamente intenso y benéfico donde tu espíritu se aquieta, y te cargas, es inconfundible. No es necesariamente que el lugar esté predestinado para uno, es que ahí tu esencia vibra de particular y especial manera porque su vibración es muy afín. Al menos es así en mi experiencia.
ResponderEliminarGracias,una vez más, Toñi.