A RONDA, CIUDAD DE LA LUZ



Hay ciudades que, al atardecer, despiertan, y se enriquecen, y se llenan de luz aun cuando es el momento en el que la luz comienza a irse.

Hay ciudades que, al atardecer, despiertan su verdadera naturaleza y los colores, lejos de apagarse, cobran vida, y sus calles empedradas, y sus jardines, y sus balcones al mundo, se convierten en pasajes recorridos por el tiempo y en ventanas del espíritu.

Esta es Ronda, la más hermosa entre las hermosas, la magia vestida de puentes. Sobre la gran atalaya de la sierra custodia el caudal de Luz que serpentea bajo sus cimientos, siguiendo el cauce del Guadalevín. Es una ciudad de la Luz adormecida y despierta, donde los hijos de la Luz pusieron su esperanza y sus anhelos en un tiempo pasado. Quizá por eso Cayetano, el del Arroyo de Flores, se dejó nacer ahí.

Ronda, la inolvidable. Una vez más regresaré, aunque nunca me he ido.

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