En el mundo, en la vida, todo cuanto ves y cuanto es, es energía, energía decodificada por nuestra percepción bajo la apariencia de formas que solo son reales en un nivel de sí mismas.
Todo cuanto existe no es otra cosa que eso: expresión de una energía diversificada a muchísimos niveles y que proviene de un origen o fuente común. Todo es uno en el Todo porque estamos constituidos de lo mismo y, esencialmente por tanto, somos lo mismo. Por eso somos uno con todo lo creado. Por eso estamos estrechamente vinculados aun cuando no tengamos conciencia de ello. Todo cuanto existe forma parte de nosotros, y somos nosotros. En la esencialidad de la energía y de la conciencia yo soy tú.
En la expresión de la vida humana y de la mirada que esta desarrolla en su entorno más primario y en el más lejano y complejo, la polaridad de las esencias nos convierte en seres energéticamente diferenciados. Cada uno de nosotros se distingue porque, aún en la uniformidad relativa de la energía, tenemos una energía o un matiz en nuestra propia energía diferente. Esto constituye nuestra seña de identidad, y nos diferencia de cualquier ser del universo. Si fuera posible convertir esta seña en un sonido, este sonido sería lo más parecido a nuestro “auténtico nombre” o a nuestra palabra sagrada por excelencia, pues viene a tener la capacidad de empatizar con nuestra esencia al punto de movilizarla energéticamente.
En cuanto a hombre y mujer, somos igualmente y de manera obvia, diferentes. La energía se expresa de manera distinta en cada uno de nosotros, y en cada cual igualmente con sus matices. En la compleja dinámica energética del universo, desde su inicio y desarrollo hasta el momento ilusoriamente real que representa este preciso instante, la búsqueda de la unidad de lo diferente y entre lo diferente se puede establecer mediante un vínculo sensorial que se traduce inevitablemente en energético. Me refiero a la relación hombre mujer y su culminación en la experiencia sexual.
Aún cuando la generalidad de los individuos no sea consciente de esto, la imbricación de los cuerpos y el intercambio fisiológico-afectivo conlleva una serie de procesos y condicionamientos que se traducen en un nivel de lo energético. Pero llevado a un punto o nivel superior, aplicando conciencia a la acción, este proceso puede ir más allá y convertirse en una experiencia energética y espiritual superior. La fusión de los cuerpos y la experiencia afectiva se transformaría en una experiencia de anulación del ego y de la individualidad, debido a la fusión de ambas individualidades sensoriales y energéticas en una sola, dando lugar a una experiencia espiritual consistente en la adquisición de una transpersonalidad única y diferente. Esta experiencia puede alcanzar su punto más álgido en una explosión súbita de conciencia en un ámbito muy superior, que implica la desaparición momentánea de toda identidad y la contemplación de la totalidad. Dicho de una manera más simple: hablamos de sexo como forma de alcanzar transitoriamente un estado de conciencia diferente y más amplio, o la iluminación.
Energética y físicamente la actividad se acrecienta y las sensaciones también, generando una respuesta diferente y más rica entre los implicados. La “técnica” básicamente se traduce en entrega, respiración, conciencia, voluntad y visualización creativa dirigida a movilizar la anatomía energética de la persona, con una suerte de procesos meditativos al margen. Aunque la movilización es personal e individual, y la experiencia también puede serlo, el objetivo es la búsqueda de la experiencia común y única, siendo importante, por demás, la confrontación de los centros energéticos de los amantes, pues serán los anclajes inicialmente necesarios para propiciar la desestructuración momentánea de la anatomía energética personal para recrear una diferente, única y compartida entre ambos.
En la experiencia sexual energética el desenlace final no representa el objetivo a alcanzar, ni siquiera tiene por qué significar el término del encuentro sexual, pues la relación física y energética puede continuar y, de hecho el acúmulo de energía puede propiciar consecutivas experiencias orgasmicas, o un recargue de energía en vez de un descargue, evitando el desgaste físico.
En definitiva, la experiencia sexual enfocada de esta manera hace referencia al encuentro de dos universos humanos (uno varón y otro hembra) que se fusionan en un encuentro de conciencia, energético y espiritual, buscando la desaparición momentánea de la conciencia individual y consecuentemente de la personalidad, para crear una unidad diferente constituida por dos esencias polarizadas que fabrican transitoriamente un vehículo energético único e indiferenciado en el que ambas son una sola y toda polaridad desaparece. Y a partir de aquí, de esta búsqueda, y como en parte hemos descrito, las experiencias pueden ser diversas.
¿Y por qué el sexo?. Porque implica procesos endo y exo-energéticos vinculados a la generación de procesos iniciadores de la vida, y de la adjudicación de un vehículo para la matriz de la conciencia humana, y es quizá la actividad fisiológica que más energía desarrolla durante su actuación, movilizando, agitando, al cuerpo energético de manera importante.
Durante la experiencia sexual se produce lo que podríamos definir como un proceso de retroalimentación energética. Si bien por una parte la agitación y movilización de la primera anatomía energética produce una consecuente pérdida de energía. Por otro lado, la habituación de una forma energética previa alimentada por un nivel también previo de conciencia, posibilita el fenómeno contrario, es decir, no la pérdida de energía en una especie de “autocombustión” energética, sino el reforzamiento del cuerpo energético mediante la creación de nuevas partículas que son irremediablemente asimiladas.
¿Puede haber sexo sin conciencia?. Evidentemente sí, y viene a representar la generalidad de las experiencias cotidianas de los seres humanos.
¿Debe haber sexo con conciencia?. Es una opción en una octava superior de la sexualidad, que convierte al sexo en una experiencia más completa y rica, y de la conciencia.
Exelente descripción de lo que es la Energía y la Energía sexual, comprendida desde la Divinidad. Gracia querido Amigo por transmitir tú conocimiento. Bendiciones nAMAsté
ResponderEliminarCeci
Gracias por compartir
ResponderEliminarTe felicito por tu artículo, que dice muchas cosas y otras que sin decirlas, las dice... Pero no hablemos de que "el acúmulo de energía puede propiciar concecutivas experiencias orgásmicas", mejor decir que se abren las puertas para un tipo de goce infinitamente superior, conocido en esotérismo como "paroxismo sexual", un éxtasis maravilloso en el cual ambos fusionados comulgan con lo divino... Y agregamos a tu muy lindo artículo que esa energía sexual, transmutada sabiamente termina conviertiendose en cuerpos, en valores, ¡en alma! Adelante
ResponderEliminarTengo una pregunta: ¿Puede ocurrir que sólo uno de los dos llegue a ese estado, o siempre que se produce este fenómeno lo sienten los dos?
ResponderEliminarPuede ser una experiencia individual. E igualmente tan enriquecedora como diversa.
Eliminar¡Vaya con la New Age! Se dicen "cristianos" y contravierte sin pudor el sexto Mandamiento de la ley de Dios:NO fornicar.
ResponderEliminarLos mandamientos de d
ResponderEliminarDios solo son dos, Amarás a Dios sobre todas las cosas .
I al prójimo como a ti mismo.!