La dimensión insondable está aquí.
Hablamos de ella como lejana, paralela, inalcanzable, sutil, diferenciada...
Pero lo cierto es que la dimensión insondable está aquí mismo. Forma parte de ti y de mi. Está en nosotros como nosotros estamos en ella.
Cuando decimos “el otro lado” hablamos realmente de este lado. Porque todo queda en este lado. “El otro lado” y este son el mismo.
La dimensión insondable lo es porque nuestra atención está depositada en una fracción de lo que llamamos realidad a la que nuestra mente, y la totalidad de la mente orgánica que sostiene la autoimagen de nuestro cuerpo, le ha concedido verosimilitud y exclusividad. Pero “el otro lado” y este lado son el mismo.
Todo es un contínuo diferenciado por la mente y por la percepción, por la creencia y la racionalidad.
La realidad, lo que llamamos realidad, constituida por hechos consumados, objetivos, físicos, por leyes físicas inalterables..., es vulnerable, voluble, alterable, modificable, dúctil... Parece no serlo, pero lo es. Parece robusta y consistente, pero es versátil y modelable.
La dura realidad es, “en realidad”, la voluble realidad. Pero creemos que ésta es inalterable y que lo material, lo físico, lo denso, no se puede modificar, manteniendo unas constantes predecibles. Pero esto no es así. Por eso, a veces, los objetos parecen vulnerar las leyes físicas y presenciamos fenómenos que contradicen toda lógica, acontecimientos que vulneran el comportamiento asociado al mundo y sus manifestaciones.
El otro lado, la dimensión insondable, está aquí mismo.
Si asumes esto con todo tu ser, si lo incorporas en cada célula, te situarás en el umbral de una percepción diferente y más amplia. Y, además, la realidad física adquirirá, bajo determinadas condiciones, características asombrosas, comportándose de una manera que llamarías sobrenatural. Parecerá una vulneración de lo posible y, en cierto sentido, así será.
No pienses que lo que queda más allá de lo que concebimos como normal, habitual, cotidiano..., es extraordinario. Pensar esto lo sitúa al otro lado de una frontera tejida por la mente. Es decir, en un nivel diferente y lejano, próximo (porque lo asumes), pero lejano. Lo sigues asumiendo en un lugar diferente, factible, pero poco probable.
No pienses esto. Piensa que esa otra realidad está a continuación de esta, sin frontera que las separe. Sencillamente, es una continuidad que no vemos, que no percibimos, que consideramos de “otro mundo” y que, por ello, perceptivamente y fenomenológicamente no se nos muestra salvo en ocasiones. Pero el mundo es extraordinario. La realidad es extraordinaria..., y en ella todo es posible.
Asume esto porque, siendo todo lo que ves lo mismo y teniendo la misma naturaleza, es susceptible no solo de seguir tus indicaciones, sino de abrir puertas o ventanas a habitaciones que forman parte de esta misma casa.
Esta es la dimensión insondable. Esta dimensión es sondable.
Hay veces que se viven situaciones tan superrealistas que dan la sensación que son de otro mundo, otra dimensión... Pero enseguida caes en la cuenta que no, que es verdadero, que existe.
ResponderEliminarQuiero pensar que es una misma sonda, porque parelela sería ya inaguantable.
No hagas demasiado caso a mi reflexión, es totalmente irónica XDDDDD.
Ely R. (H.Brontë)
La ironia de la vida, Ely, es que, en ocasiones,ficción y realidad se confunden de tal manera que una de las conclusiones a las que podemos llegar es que la vida es pura ficción, que la propia realidad es la irrealidad en la que imbricamos los aconteceres cotidianos. Pero Vivir..., ¿qué significa e implica VIVIR?. ¿Y cómo salir de la ficción que esconde nuestra experiencia de la llamada realidad?. ¿Cómo obtener una visión correcta de lo que implica VIVIR REALMENTE?.
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