Todo cuanto ves es energía. No hay otra cosa que energía. Eres energía.
Todo cuanto ves es producto del decodificador de realidad con el que has sido dotado: la mente..., con todas sus posibilidades y todas sus limitaciones.
La realidad que percibes no es mas que una ideación de esa mente.
Lo que tienes frente tuya solo es tal y como lo ves en una fracción de si mismo. Pero esencialmente, de principio a fin, es energía. Y como tal es susceptible de experimentar cambios en sus diversas manifestaciones, y dentro de lo que llamamos mundo real. Tomar conciencia de esto te puede permitir generar dichos cambios.
La materia está mayoritariamente constituida por grandes espacios vacíos. Esta realidad de la física del átomo viene a ser una paradoja cuántica y cuasi trascendente. Aún así, nos reconocemos como materia densa e impenetrable, como cohesionados, coherentes y físicos.
Todo cuanto ves es energía. No me percibas como un ser humano. Percíbeme como energía caminante, con capacidad para generar en ti una ideación antropomorfa coherente y estable, con posibilidad además de ser consciente de si, y comunicarse contigo.
La verosimilitud que damos al mundo físico debe ser limitada, pues lo físico es cuántico. Y más allá de esto, lo físico, lo cuántico, es el sostén de identidades igualmente energéticas (nosotros), arropadas así para compartir un espacio físico y temporal.
Así pues, todo es energía. Si asumes esto, y lo incorporas, y asumes la identidad energética de los individuos y la tuya propia, descubrirás una forma trascendente y distinta de comunicarte con el entorno.
Una parte importante de la clave que subyace en el cambio de conciencia, es decir, en el hecho de modificar tu conciencia al punto de convertirla en una extensión de “lo que en verdad eres”, viene determinada por el hecho de modificar la forma en la que percibes, interpretas, y te relacionas con el mundo que te rodea.
Cuando digo que eres, somos, energía, no me refiero sólo al hecho nada simple de estar íntimamente constituidos por átomos, sino al hecho de ser seres cuya identidad se sostiene sobre el mundo de los átomos, y así del cuerpo físico. Pero que están constituidos por una suerte de “partículas ultrasutiles”, de campos, que superan en su manifestación al medio físico de los átomos. Es decir, como si fuéramos, y lo somos, seres constituidos por una energía sutil que se sostiene, para interactuar sobre el medio físico, sobre otra energía menos sutil y perteneciente al mundo cuántico de los átomos. Así pues, de principio a fin, somos energía. Estas “partículas ultrasutiles”, estos campos, tienen su origen en una realidad distinta de la que habituamos.
Asumir nuestra materialidad es asumir nuestras limitaciones. Asumir nuestra naturaleza energética es asumir nuestras amplias posibilidades. Porque la conciencia se adecua al medio.
Todo es energía. Somos energía.
Por eso, y porque lo que llamamos conciencia tiene la propiedad intrínseca de compartir espacios aparentemente diferentes, el mero hecho de que pienses en mí te sitúa en mí a un nivel de ti. La unicidad de la conciencia y de las conciencias se expresa de tal manera porque existe, entre otras cosas, una similitud energética expresada en intensidad y en grado y, además, en sintonía. Expresiones estas destinadas a transmitir la idea de que somos lo mismo, pero diferenciado no solo por la percepción, sino por la frecuencia y modulación de esa energía.
Somos energía. Eres energía.
Otra entrega de Miguel Angel del Puerto,,, ahora a nivel del Maestro.
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