LA GRAN OPORTUNIDAD (I)





INTRODUCCIÓN

Una experiencia es una vivencia. Una vivencia es un acontecimiento vivido en algún nivel de la realidad. 
Lo que vais a leer a continuación (La gran oportunidad) ha estado una treintena de años durmiendo el sueño de los justos en mi cajón del olvido. Hace escasamente unos días este singular relato vino a mi memoria, se apoderó de mi recuerdo y me pregunté ¿pero dónde estará?. Fue tejido en un tiempo en el que el traqueteo de la máquina de escribir ocupaba mis tardes y muchas noches, pues los ordenadores aún no habían llegado a nuestras vidas con la profusión y entusiasmo con la que nos han invadido en el último decenio. ¿Así que dónde podría yo tener aquellos folios?. No había mucho sitio donde buscar, pero sí muchas carpetas y papeles, y no recordaba haberlos visto en los últimos treinta años. Y, como suele suceder tantas veces cuando las cosas suceden porque han de suceder, un buen día extendí la mano, tiré de una carpeta, y allí estaba. Por fin, el pasado se hizo presente, y leí con entusiasmo y satisfacción este relato.

Normalmente, entendemos que vivir es acontecer físicamente, desarrollar una actividad que implica la manifestación o expresión de lo físico, pues con lo físico, es decir, con el soporte del dinamismo espiritual, nos vivimos en este mundo de piedras y agua, de nubes y fuego..., pero también de sentimientos, emociones y formas pensadas, de ánima y sensibilidad.

Desde mi punto de vista, la creatividad literaria tiene un origen no exclusivamente psíquico, pues siendo la mente, sin duda, el origen del procedimiento matriz por el que nos vinculamos al mundo exterior, y siendo a un nivel el universo mente, no todo sucede en el ámbito de la misma, ni tiene en ella todo su origen, pues la mente es al ser lo que el mar a la fosa oceánica, es decir, viene a llenar un vacío y a intermediar entre la totalidad y ese vacío, significando el vacío no la ausencia de algo, sino la presencia de la vacuidad presta a llenarse para alcanzar la totalidad, siendo esta última su hermana gemela. Así que la creatividad, y a esto iba, no siempre se enmarca en el contexto emocional, psicológico y espiritual del escritor. A veces el escritor (sobre todo aquel que genera el tipo de literatura que expreso en este blog) lo que está haciendo es servir de intermediario entre una conciencia o un estado de la conciencia, o una realidad, no propia, sino ajena, aunque quizá vinculada a él, y el mundo manifestado de lo físico y finalmente el lector. Para que nos entendamos, a veces el escritor es a lo creado como la fosa oceánica al mar que la ocupa y le da sentido, y a la propia totalidad y vacuidad que expresa. Y así, como por arte de magia literaria, algo en mí se vacía para llenarse de una prosa que, realmente, no me pertenece, porque solo me ha sido prestada para hacerla llegar al mundo sensorial de los hombres.

Leer La gran oportunidad después de treinta años me ha hecho reflexionar en este sentido, y tener la sensación de que quizá realmente, en algún nivel de la realidad no muy lejano, lo sucedido es tal y como se cuenta. Lo que sí os puedo decir es que recuerdo los momentos en los que escribí este relato, fueron momentos de gozo, de alegría y de un disfrute emocional exacerbado, acompañados de la sensación de que la protagonista existía de verdad... Quién sabe.

Este relato lo narra una rosa, una rosa que cuenta una parte de su vida, y me usa a mí para haceros llegar su historia.








LA GRAN OPORTUNIDAD (PARTE I)



Es posible que os parezca extraño que una rosa os cuente su propia historia, pues tengo entendido que en el mundo de los humanos no se oye la voz de las flores. Pero yo no he nacido entre los humanos, sino en el jardín de la vida.

La Hermana Lechuza (mi querida instructora que más tarde conoceréis) me dijo en cierta ocasión que el hombre también es hijo de este jardín, pero que hace tiempo que se escindió de él, renegando de su propia naturaleza. Y que por eso ya no oye los diversos matices y frecuencias de la voz de la vida.

La Hermana Lechuza (una gran conocedora de la naturaleza humana) bromeaba a menudo diciendo que el hombre tan solo era ya (salvo muy honrosas excepciones) capaz de sintonizar con la frecuencia modulada. Nunca supe qué quería decir esto, así que aún no lo he encontrado la gracia. Sin embargo, confiando como confío en mi querida hermana, seguro que tiene sentido para vosotros.

Creo que es evidente para todo humano que se precie de serlo que, entre otras cosas, una rosa no tiene dedos que puedan golpear un teclado y formar palabras. Así pues, desde un principio se me planteaba un serio problema a la hora de relatar una parte de mi vida. Y me preguntaba:

-         “¿Cómo puedo contar mi historia a los sordos humanos?”.

Como siempre, la Hermana lechuza me dio la solución:

-    “Hermana Rosa, –dijo- es muy fácil. Lo único que tenemos que hacer es utilizar a un ser humano. Un ser humano cualquiera aunque, eso sí, que escriba con cierto desenvolvimiento y que, aunque no oiga la voz de la vida sí, al menos, le llegue el suave susurro de la naturaleza.”

-        “Sí, claro –le contesté con un considerable tono de ironía-, es muy fácil. Al primero que pase por aquí le gritamos al oído (porque habrá que gritarle) y, si es la persona indicada, se sentará gustosa junto a nosotras y se pondrá a escribir. Si es muy simple...”

-     “Es más simple que todo eso –replicó-. Ayudados por la Hermana Conciencia usaremos la voz interior para hablar con él. Es posible que nunca sepa de dónde o de quién le llega esa voz, pero escribirá ineludiblemente todo lo que le dictes. Quizá piense que está escribiendo un simple cuento, una bonita historia. Es posible que hasta se crea su verdadero autor. Eso debe darnos igual, pues ya ha ocurrido muchas veces. Sin embargo, si presta un poco de atención a la voz de la vida nos reconocerá. Anímate. Tenemos que hacer que el hombre regrese al jardín que lo vio nacer.”

Así que un buen día (uno de esos estupendos días primaverales que suelen hacer en la región donde vivo) puse manos a la obra y dejé volar, cual pájaro, mi voz interior. Al principio revoloteó un poco a mi alrededor, seguramente intentando orientarse. La verdad es que no sabría precisar si le costó o no encontrar el camino. Aunque lo que sí puedo decir es que, según me dijo quien ya sabéis, cuando la voz interior surge evita el intermedio de la mente y vuela, en línea recta, camino del corazón. En este caso en pos del corazón de quien me había de oír. Después pasaría por el tamiz de su mente, pero el más puro sentimiento, mi más fiel historia, surgió de mi corazón (las rosas tenemos corazón) y llegó hasta el suyo.

¿Qué más puedo deciros?. Es la primera vez que utilizo esta forma de comunicación y, la verdad, es que se antoja una experiencia muy interesante. Nunca pude yo imaginar que la voz de una rosa hablara a través de las manos de un ser humano. Y, mucho menos, que esa voz fuera mi voz. Pero nada es imposible.
Esto fue algo sobre lo que la Hermana Lechuza y yo también tuvimos la oportunidad de hablar frecuentemente. Nunca se cansaba de decirme que debía desterrar la palabra “imposible”, la expresión “no puede ser”, de mi vocabulario. “Todo tiene su tiempo”, me repetía una y otra vez. “Lo que ahora no pueda ser será algún día, o quizá ya fue en un tiempo pasado.”

De la misma manera que todo se repite, como vuelven las golondrinas todos los años al mismo nido, todo aquello que no es será, de una u otra forma. Antes o después todo llega. Lo que ocurre es que no todo llega como nosotros queremos o cuando nosotros queremos. Hay que tener en cuenta que todo aquello que participa de la vida no lo hace desligado del resto, sino todo lo contrario. Por eso, de alguna forma, un hombre muere cada vez que es arrancada una flor, cien hombres mueren cada vez que es talado un árbol.
¡Cuántas veces oí el lamento de la Madre Vida!. Cuando se aprende a oír su voz se vive algo indescriptible, hermoso, pero también se sufre. No podéis imaginar los gritos de dolor que da, porque se quema en cada árbol que se quema.

El Gran Árbol (el padre de todos los árboles) ya no sabe qué hacer. Es el más directo descendiente del Árbol de la Vida, del único árbol que nunca podrá arder y al que el hombre quiere encaramarse, ya que intenta controlar la vida. ¿Cómo se puede controlar la vida a través del desprecio de la misma?. La verdad, no lo entiendo.

Dicen que un día se reunió el Gran Consejo de la Vida, los progenitores del jardín de la vida, para decidir qué hacer con el hombre. Sus opiniones estaban divididas:

El Padre Fuego (padre de las energías internas de la Tierra) quería hacer que todos los volcanes entraran en erupción.
El Padre Huracán (padre de todos los vientos y tormentas) quería desatar su ira en todos los rincones del planeta.
La Madre Tierra, que siempre fue paciente, deseaba temblar y abrirse bajo los pies de los hombres.
El Padre Sol (insuflador de la vida) deseó abrasar al ser humano.
La Madre Luna (madre de los flujos y reflujos, de los líquidos y sentimientos) deseó por un segundo hacer subir las mareas, y ahogar a los hombres.

Sin embargo, afortunadamente para el ser humano, la Madre Naturaleza y la Madre Vida, principales miembros del Consejo, les hicieron reflexionar. Y finalmente dijeron, sentenciando:

-       “El hombre es uno más de nuestros hijos. ¿Qué madre o qué padre quitaría la vida a un hijo?. ¿Puede la Madre Naturaleza atentar contra la propia naturaleza?. ¿Puede la Madre Vida, que a todos nos sostiene, atentar contra la vida?. El fundamento de la vida es el amor, la comunión entre todos los seres. Demos pues al hombre la oportunidad de cambiar o de aniquilarse a sí mismo.”

En el hermoso jardín del mundo se corrió la voz de que una nueva oportunidad había sido dada al ser humano. Y el mundo natural se estremeció, pues no es esta la única humanidad que ha vivido sobre la faz de la Tierra. Sin embargo, esta como ninguna otra atenta contra el mundo, contra el cuerpo planetario de Gaia y contra los seres que la complementan. Por eso, el temor se apoderó de todos los reinos de la naturaleza.

Ahora todas las estrellas miran a la Tierra. Todos los ojos del cielo están pendientes del hombre, pues el ser humano tiene la oportunidad de reconciliarse con la vida.

Gracias a la Hermana Lechuza he aprendido a ver en el hombre no a un enemigo, sino al hermano pequeño, al hijo difícil, de la naturaleza, inadaptado a un mundo demasiado hermoso como para no ser amado. Por eso la Gran Oportunidad (como todos la llamamos) era inevitable. Y yo formo parte de esa gran oportunidad.

Esta rosa obedece a la sabia voz de la Hermana Conciencia. Por eso os hablo.
Desde mi modesta aportación como Rosa de la Vida no pretendo mas que ser útil a la Vida, contribuyendo al cambio que se ha de operar en el hombre.

Si en la superficie, como rocío cubriendo la pradera, existe un latente temor en la naturaleza, en el fondo todo el reino vivo tiene sus esperanzas puestas en el ser humano, porque creemos en el hombre.

Desde mi pequeña parcela en la vida quiero ser un instrumento de la Hermana Conciencia y de la Madre Vida. Y tenderte una mano, que no tengo, a ti que me lees. Este es el motivo de que yo esté aquí. Y esta es la causa de que utilice al hermano Miguel ángel para hablaros en forma escrita.
A veces me pregunto cuán consciente será de quién soy, de lo que está en verdad sucediendo. Mas de singular forma se comporta la mente humana: Miguel Ángel cree estar escribiendo una singular historia, un original relato cuyo protagonista es una rosa. Y no sabe que esa rosa existe de verdad.

Sobre mis pétalos tengo ya muchos amaneceres y puestas de Sol. Sin embargo, de entre todos los días de mi vida, os dedico los tres más importantes, los que vieron cómo se iniciaba mi despertar.



 (Continúa)















Comentarios

  1. Simplemente..gracias por compartir el susurro de la rosa.No importa el tiempo que tardo en ver la luz..si no que al final su susurro fue escuchado.
    No solo la rosa te invita a que vuelen tus dedos yo desde mi mas humilde presencia en este mundo bello pero dificil.Para una gotita de luz.dulce beso

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  2. Muchas gracias, Gotita de Luz. Existen presencias desconocidas, aunque de carne y hueso, que a veces comparten su caminar con el nuestro. Hermanos y hermanas del camino y de la vida que te hacen sentir más acompañado en esta Escuela Mundo y que nos recuerdan, que me recuerdan, que nunca, nunca, se está sólo.
    Gracias de nuevo. Y adelante.

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  3. Gracias amigo Miguel Angel un relato de conciencia en donde el hombre caminante se esta recordando a si mismo, en su arribar a su hogar innato olvidado....abrazos gracias por compartirnos palabras sagradas...

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  4. Las gracias son para ti siempre, David. Un abrazo.

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