Cada
vez que estoy ante él es diferente, mis sensaciones son diferentes...
Una
noche, cuando despertó en mí la percepción que me trasciende, sentí su llamada.
Lo vi en la oscuridad..., una oquedad bajo sus raíces contenía una seta
gigante..., arquetipos..., arquetipos de un tiempo y un mundo mágicos en el que
el hombre es tan sólo una pieza más en el contexto de la vida, en una vida
mágica también. Y me dijo: "Ven a mí".
A
él he ido en muchas ocasiones y cada vez es distinto, y es distinto porque cada
vez es más..., es más lo que siento en su presencia... Me envuelve..., si lo
toco siento su energía circular a través de mí, me reconoce y se interesa por
la persona ausente, me acoge en su halo de árbol de la vida... Y me cuesta
alejarme de él y marcharme.
He
hecho un amigo para toda la vida. He hecho un amigo al que no le importa el
color de mi piel, que no sea dura y rugosa, ni de madera... No le importa que
mis raíces no penetren la tierra y la pisen y se muevan sobre ella. No le
importa que mi voz sea sonora y que no surja del viento entre las ramas, porque
con él hablo con el corazón, ni le importa que mis hojas sean cabellos.
Cada
vez que estoy ante él es diferente...
Ahora
ya vuelvo la vista atrás desde mi casa, sin girar la cabeza..., engañando a la
distancia... y no solo lo recuerdo, sino que lo veo, lo siento... y se que me
siente en ese momento. Es un gran castaño bastante más que centenario... Con
sus ramas toca las cumbres que anidan en el cielo, habla con los pájaros,
sonríe, llora, canta, habla... Con sus raíces se mueve sin moverse y camina sin
caminar por el tiempo, por mi vida, y sabe de otros árboles, amigos suyos de
viaje...
En
su corazón, el que palpita bajo su piel de madera, anida un viejo espíritu de
la naturaleza.
Hubo
un tiempo en el que ancestrales espíritus de Luz de otros mundos, espíritus de
especies vegetales muy antiguas y sabias, descendieron sobre la Tierra para
ayudarla a crecer y crear un sistema de vida íntegro, un mundo vegetal y en equilibrio...,
venían para sembrar de Luz la superficie de la Tierra. Muchos de esos espíritus
antiguos, sabios porque están conectados con su fuente primigenia, habitan en
grandes secuollas, en viejos álamos y alcornoques, en sauces y castaños, en
sicomoros..., llegaron de espacios siderales, del entorno de estrellas como la
inigualable Sirio.
Mi
amigo y yo mantenemos cortas pero intensas conversaciones en silencio. Me lo
dice todo sin decirme nada. Me busca sin buscarme. Me presta su energía sin
pedirme nada a cambio. Pero algo se mueve en mí. A través de mí adquiere otros
conocimientos y otras experiencias, porque le interesa la Luz y mi tránsito por
ella, y mi conexión con la Madre Tierra y el Padre Cielo, porque sabe que soy
un árbol caminante que toca las estrellas con la punta de los dedos, y que
transito por las estaciones como él.
Se
interesa por mi porque me he interesado por él, he salido del corto espacio de
mi atmósfera corporal para expandir la luz que me envuelve y acercarme a él. No
lo he visto como a un árbol, como si solo fuera un castaño. Lo he visto como a
un ser de la naturaleza nutrido en años que se ha forjado a frío y helada, a
lluvia y viento, a tormenta y rayo, a canícula y sol abrasador. Y al no mirarlo
como a un árbol, sino como a un venerable árbol, me ha sentido como lo que soy,
no como a un hombre, y entonces nos hemos comunicado. Entre ambos no hay
diferencias, hablamos de ser vivo y sintiente a ser vivo y sintiente. ¿Quién
entonces es el árbol y quién el hombre?. ¿Y qué importancia tiene eso?.
ARTICULAZO
ResponderEliminar¡GRACIAS!
EliminarNo he encontrado mejor descripcion del estar frente a un gran Arbol, ellos hablan el idioma universal, vibran con uno, se comunican y son uno de los seres mas nobles de este planeta. Gracias por compartilo y expresarlo de esta manera. gracias. Mixael-Guillermo
ResponderEliminarGracias a ti, Mixael-Guillermo. Ciertamente, los árboles son unos de los seres más hermosos que podamos encontrar. Gracias por tener la sensibilidad de apreciarlo y entenderlo.
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