EL VIEJO DE LA MONTAÑA: "MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS"





El viejo de la montaña estaba tranquilamente sentado sobre una roca. En aquella época del año las gentes solían pasear a la atardecida, pues era cuando el sol acariciaba más que abrasar los rostros. Junto a él un joven, viejo por fuera pero joven por dentro, esperaba alguna palabra del Maestro. Este lo miró y le dijo:

- “Voy a hacerte seis preguntas. Y espero siete respuestas”.

El discípulo que no lo era lo miró algo desorientado, pues ni se atrevía a contradecir o corregir a su Maestro que no lo era:

- “¿Seis preguntas –decía para sí- y siete respuestas?. ¿Se habrá equivocado?. ¿Encerrará un sentido?”.

El viejo, que pareció adivinar tales pensamientos, le dijo, como si se tratara de un extraño acertijo:

- “No me pidas explicación, porque explicación no te daré, ni te diré cómo debes pensar sin pensar, pero respuesta habrás de hayar, y hasta ese momento no hemos de hablar.... Óyeme con atención y memoriza lo que no has de olvidar:

¿Qué pesa más una mano vacía o una mano llena?.

¿Puedo vaciar una mano vacía?.

¿Puedo llenar una mano llena?.

¿De qué está llena una mano vacía?.

¿De qué está vacía una mano llena?.

¿Qué puede agarrar una mano cerrada?.”

Haciendo un esfuerzo por memorizar, el alumno que no lo era emprendió su camino que sí lo era, al tiempo que repetía para sí cada una de las preguntas.
El viejo de la montaña, por su parte, olvidó de inmediato las preguntas que realizara.

Al volver la vista atrás, el joven no aprendiz veía cómo su Maestro que no lo era parecía caminar suavemente entre las piedras, como si estas trazaran un camino esquivo pero nada escabroso.
Por un instante olvidó las preguntas y miró sus manos y, al contemplarlas olvidándose de ellas, se vacío de todo para llenarse de nada. Y fue entonces que encontró el sentido, y cada respuesta a cada pregunta, y desveló para sí el misterio de la respuesta que pregunta no tenía.










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