Cuando
tu enemigo reconoce tu maestría y te alaba..., o lo estás haciendo muy mal o lo
estás haciendo muy bien... o ha dejado de ser tu enemigo. ¿Y entonces qué haces
con tu espada? - le
preguntó el guerrero de la Luz a su aprendiz-.
El
aprendiz no supo qué contestar. Y el guerrero de la Luz añadió:
Lo primero que tienes que hacer es reconocer cuál es la
causa de su alabanza.
¿Y
cómo he de reconocerla? -preguntó el aprendiz-.
Mirando
en tu interior deberás reconocer cómo has obrado y si su corazón está limpio
-respondió el guerrero-.
¿Y
cómo podré reconocer en mi corazón si su corazón está o no limpio? -devolvió como respuesta el aprendiz-.
Y
el guerrero de la Luz le dijo:
Nunca debes olvidar que el corazón de todo guerrero se
nutre de la sangre de su oponente. Y su valentía de la valentía de su oponente.
Y el equilibrio que ha de llevarlo a la victoria de los pasos dados en la
oscuridad por su oponente. Y que su Luz se nutre de la Luz de su enemigo.
Porque su enemigo y él son uno sólo. Y no hay enemigo que viva fuera del
guerrero. Y no hay batalla fuera que no se haga dentro.
Y
continuó añadiendo:
Cuando
tu enemigo reconoce tu valía y te alaba, y reverencia tus acciones, has de
combatir al enemigo que no dejará discernir cuál es el motivo de su alabanza:
tu ego.
No
hay espada más afilada que la de la palabra mal asumida. Ni enemigo más
poderoso que el alimento del ego, la vanidad. Ni ego más fuerte que el del que
se cree por encima de los demás.
La
espada del guerrero de la Luz es humilde, su coraza es humilde, su yelmo es
humilde, su capa lo es también, y su escudo... pues su alimento viene del Sol,
del temple de la llanura y del canto de las cumbres, de la pluma del águila y
del rugido del tigre, del aullido del lobo y del estruendo de las olas contra
las rocas. Pero cuando se inclina ante sí mismo, y ante sí mismo se desnuda de
todo lo aparente, su sueño se acuna con el brillo de las estrellas, con la
suave brisa del mar y con el canto de los pájaros. Y los espíritus de la noche
acuden a custodiar su cuerpo mientras su alma viaja de cielo en cielo
aprendiendo sus secretos.
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