Nunca
caminamos solos. En la orilla entre dos mundos, el que nos vive y aquél en el
que nos vivimos..., caminando en la misma frontera la soledad sólo lo es cuando
es la del guerrero, pues nuestros pasos se acompasan no solo con los de un
millar de hermanos que, despiertos o dormidos, hacen su camino junto al
nuestro. Nuestros pasos se acompasan con el ritmo de los cielos, con las
primaveras, con las estaciones que nos hablan del ciclo del Sol y de la Tierra
y el tañido del alma del planeta.
Somos
viajeros que se forjan a sí mismos entre la fría escarcha y la flor del romero,
entre el dulce aroma de la mañana y el miedo a la oscuridad, entre una vida sin
tiempo y el tiempo de una vida.
Amigo
que me conoces o no, hermano de la vida que me sueñas o no, acércate a mí y
junta tus pasos a los míos. Respiramos el mismo aire, la misma luz nos
envuelve, el mismo fuego calienta nuestro hogar, la misma tierra acogerá
nuestras cenizas. Nos cubrimos con el mismo cielo y las mismas vanidades y ligerezas,
nos vivimos en las mismas profundidades y campo abierto, nos soñamos a nosotros
mismos con los mismos miedos y los mismos sueños, nos buscamos en las mismas
luces y nos perdemos en las mismas oscuridades. Sólo el guerrero de la luz vive
su soledad porque sabe que nadie disipará sus sombras salvo él mismo, y desde
esa atalaya las vive. Pero hacemos una vida caminándola entre todos,
viviéndola entre todos... y sumados en iguales voluntades, orígenes y caminos,
porque en la realidad, en la más sublime realidad del ser, somos lo mismo,
somos el mismo, somos la unigénita unidad viviéndose en cada uno de nosotros.
Amigo
del alma, hermano de la luz y de la vida, esposa, hijo..., árbol, cielo, río...
vivimos bajo el mismo sol, pisamos la misma tierra, nos hundimos en el mismo
barro y renacemos de la misma ceniza. Entre tú y yo, más allá de toda
diferencia, existe la suprema similitud y la gran certeza y maravilla de que tú y yo somos uno. Hermano desconocido que me lees, en verdad yo soy tú. ¿No ves acaso mis pasos en los tuyos?. ¿Nos
ves acaso mis lágrimas en las tuyas y la mejor de mis sonrisas en el brillo de
tus ojos?.
Hermano
que compartes tus pasos con el dolor y la dicha, con la incertidumbre y la
certeza... ¿Acaso nos ves en tus miedos, en tus vanidades y en la más hermosa
de tus caricias mi temor y mis anhelos, mi pasión y mi dicha?. Nos hemos
forjado en la risa y el llanto, en el clamor y en el silencio, en el recodo y
en el recto camino, en la búsqueda y en el encuentro. ¿Cómo puedes sentirte
sólo si desde tus adentros y los míos yo te quiero sin conocerte y sin saberte
te admiro?. ¿Cómo puedes sentirte sólo si tu dolor es mío, si tu llanto es mi
llanto y tu cantar mi poesía?.¿Cómo puedes pensar que en esta vida te dejaron
de la mano del olvido?. ¿Que tu corazón late sólo y que tus pasos no son míos?.
Cuando sufres yo lo sufro, aunque no te vea, aunque no te sienta, aunque no
sepa de ti mismo. Cuando alegre caminas despacio y te empapas de un camino
hecho de flores y trinos... mi vida se adorna de aquello a lo que todos
venimos: la alegría de vivir y el alma del camino.
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