EN LA PALMA DE MI MANO

En la palma de mi mano… Todo está aquí…, contenido, expresado, reflejado… Todo camino andado, toda senda por andar, todo mundo y toda vida por descubrir, cada estrella, cada luz de cada estrella, cada hijo del mundo, cada madre de la vida y del tiempo, el sollozo y el brillo de cada lágrima vertida, cada carcajada, cada llanto, todo semblante, mil sonrisas en cada línea que esconde un secreto, atardeceres vestidos de miradas infantiles, amaneceres vestidos de miradas seniles… de abuelos del tiempo, el sonido de la chicharra, el canto del jilguero, el vuelo del alcotán buscando una presa, el murmullo del agua, el ronroneo del jaguar como un gatito que se crece y vuelve fiero, el rostro del nenúfar, el clamor  de la rosa y su perfume, la nube y la tormenta, la ovación de la lluvia contra el suelo, la pureza blanca de la blanca nieve, tu espera, tu esperanza y tu anhelo, tu primer paso y tu primer beso, el último aliento, el secreto de vivir y el secreto de morir, el vacío que todo lo contiene y el misterio de la mano cerrada que a de abrirse…

En la palma de mi mano… Vivo en ella. Y desde ella, y en ella misma, contemplo la hierbaluisa, las uvas, la muchedumbre en orden de las hormigas, el viaje de la manzana del verde al rojo y del rojo a la boca, el regreso a casa, la mirada perdida, el camino encontrado, el miedo y la duda, la certeza, la incertidumbre, las mil primeras preguntas, las mil siguientes y la primera respuesta…

En la palma de mi mano… Todo está aquí…, ni lejos ni cerca. Sencillamente, en la palma de mi mano. Todo lo esencial, lo que pasa o se queda pero esencial, cabe en ella, porque no pesa, no abarca, no ocupa lugar… Son suspiros de la vida convertidos en pura esencialidad de vivir, de trascender, eternidades convertidas en segundos y vestidas de tiempo para que puedas contarlas, sentirlas, guardarlas, trascenderlas…

Y todo cabe aquí: en la palma de la mano.  Nada te llevarás, en verdad, en el gran viaje que no quepa en ella.








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