Me
miro en el espejo. Me miro en el espejo y me pregunto: ¿Cuándo en él me miro me
veo?. ¿Me veo en él?. Y aún más, llego a preguntarme...: ¿Quién de los dos es
el observador y quién el observado?. ¿Soy yo quien contempla o soy el contemplado?.
Agua
clara y prístina que refleja no lo que soy, sino lo que creo ser, me permite
verme sin ver y observarme sin observar.
Agua
clara y prístina que acoge todo cuanto soy y no me deja verlo, a menos que me
mire y lo mire más allá, mucho más allá, de todo sueño y de todo despertar en
el que despertar tan solo signifique seguir soñando.
Me
miro en el espejo y no me veo. Y, en cualquier caso, lo que de mi veo es
finito, limitado, atiende a la forma y a mi propia decisión en absoluto libre
de cómo me veo. Pero en realidad..., en realidad no puedo verme, porque verme
en realidad sería verme realmente y verme realmente es percibirme en el mundo
real, no en el que hemos imaginado como real, sesgado y lleno de dolor. Verme
realmente sería Verme. Y no hay más explicación. Solo se puede explicar con el
énfasis de la palabra expresado de singular o sintáctica manera.
Si
digo “me Veo” es que me veo de verdad, es que me siento, me comprendo, me
trasciendo en la mirada y en la percepción de mí mismo. Y digo entonces:
“Miguel Ángel es sólo un sueño y como tal sueño duerme despierto y dormido vive
y soñando cree estar despierto”. Pero aquél que Yo Soy no se ve en el espejo.
Solo puede verse en la clara y tersa superficie del mágico lago de la
conciencia, el espejo de la realidad en el que la realidad se recuesta para que
puedas verla de más cerca y de más cerca apreciarla, atesorarla, comprenderla,
amarla en su ilimitada finitud, y sentirte en ella como lo que realmente eres.
No como el sueño de tu despertar.
Me
miro en el espejo y no me veo. Te miro y no me veo, porque creo ser otro y creo
que eres otro..., y tu lo crees de ti mismo. Miro a la roca y digo: “La roca”.
Pero no hay roca, soy yo percibiendo una roca que no es real, que es una parte
de mi que se siente roca e independiente de quien la mira. Y ella me percibe,
me siente a un nivel de mi y de sí misma. Porque la conciencia está en todo.
Me
miro en el espejo solo para acariciar cabellos en una dirección acordada con el
sentido de mi propia imagen, para buscarme entre la sonrisa de mis ojos, para
encontrar un acuerdo de coexistencia entre aquello que busco y los pasos que
doy y pensar: “me parezco, me acerco...”. Pero no soy yo realmente quien está
en el espejo, Yo Soy quien está más allá del reflejo de mi imagen, de mi propia
imagen y de mi mismo..., y al otro lado del espejo.
Para
verme debo cerrar los ojos y no soñarme despierto, sino despierto vivirme, y
mirar hacia dentro, y ver el reflejo de lo que no soy para dejarlo a un lado y
encontrar la esencialidad que inspira la realidad que vivo y la realidad que
sueño. Y así, trascenderme.
Hermoso!!!!
ResponderEliminarHola, Miguel Ángel te felicito por tu blog.
ResponderEliminar"No es lo mismo mirar que ver". Podemos mirar todas las cosas que tenemos delante pero eso no significa que las veamos todas.
Quien quiere ver la realidad de las cosas eso es lo que ve. Quien quiere ver lo que desea eso es lo que ve pero no la realidad.
Para poder ver la realidad hay que estar atento y querer verla. Si estas lo suficientemente atento la dualidad se desvela por sí misma y entonces puedes trascenderla, comprender su esencia y por lo tanto, comprender la realidad.
Saludos.
Jesús Miravalles Gil
http://para-mentes-despiertas.blogspot.com.es/
Gracias, Jesús. Te mando un saludo, agradecido igualmente por tu aportación. Hasta pronto.
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