Miré
a la piedra y le dije: “Camina”. Y la piedra no caminaba.
Miré
al árbol y le dije: “Háblame”. Pero el árbol no me hablaba.
Miré
al pájaro y le dije: “Cuéntame la historia del viento, la que trae en cada
susurro que entre las hojas del árbol se cobija”. Pero el pájaro nada
decía.
Le
dije al viento: “Cántame y cuéntame tu camino, el que haces de roca en roca,
sobre las olas del mar y en el brillo de mis cabellos”. Mas el viento
permanecía mudo.
Miré
al mar y le dije: “Descúbreme tus secretos, hiela tus olas y siembra esta
playa de corales de luz”. Y el mar permaneció impasible, como si sordo
fuera o hubiera enmudecido.
Le
dije a las estrellas: “Iluminad mis pasos en la oscuridad, bañad de caricias
mis pupilas para que el secreto del universo aparezca ante mis ojos y mi nombre se escriba en el
firmamento”. Pero las estrellas ignoraron mis palabras, como si yo mismo no
existiera.
Miré
al camino y le dije: “Aparta las piedras, conviértete en suave sendero que
me lleve de vuelta a casa y, una vez en casa, pueda descansar del dolor y la
amargura y de la prueba que se esconde en el vivir”. Y el camino permaneció
inerte, como si mis palabras solo fueran un juego para sus oídos de tierra.
Miré
a mi hermano, el hermano del alma que cuenta días y busca sueños que cumplir, y
atesora preguntas y respuestas como si vivir no fuera mas que un incierto
acertijo a descifrar. Y le dije: “Hermano, eres mi maestro, cuéntame el
secreto de vivir. Por qué respiramos y el corazón late bullendo de vida”. Y
mi hermano permaneció mudo.
Pero
al cerrar los ojos y mirar hacia dentro, al cobijo del alma, al hogar donde
reposa la hermosa flor de cristal ígneo y rutilante. La voz sin voz, la de la
luz que no se ve con los ojos de la cara, se apoderó de mis sentidos, de todo
cuanto late en cada poro de mi piel y en el brillo que desprendo. Y me dijo:
“Hacedor
de caminos, eres lo único en lo que
puedes cambiar el mundo. Eres lo único en lo que la magia de vivir debe
expresarse antes que las estrellas te hablen, la piedras caminen y los pájaros
te cuenten el secreto del viento... No hay cambio fuera que antes no se
produzca dentro. Hazlo en ti para que se haga en el mundo”.
Bellísimo. Muchas gracias Miguel Ángel! :) Te mando un fuerte abrazo, lleno de cariño.
ResponderEliminarCaminante no hay camino, se hace camino al andar.
Un abrazo, MIguel. Gracias.
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