UNA VIDA NORMAL

“Una vida normal...”, tuve que reírme ante la expresión de mi compañera, la mujer con la que comparto el camino. “¡Dios mío, tengo una vida normal!”..., dijo. De inmediato tuve que reírme...., sonreírme mas bien y adoptar un semblante de clara ironía que conspiraba con la realidad más cotidiana pero más diferente. ¿Porque  sabéis cómo es la vida “normal” a la que se refería?. No pude contener una sonrisa porque en la última semana habíamos retomado la historia de la síndone de Noalejo, recapitulado y vuelto a tomar contacto con la historia de un prodigio del Renacimiento que tuvimos la oportunidad de descubrir hace ya siete años que plantea muchas incógnitas... y que tiene implicaciones realmente sorprendentes (sobre ella hemos elaborado un minucioso trabajo que esperamos vea la luz algún día). Y porque un día antes volvimos a encontrarnos en mitad del universo absurdo de fenómenos paranormales que parecen (sólo parecen) no tener pies ni cabeza y que conocemos con el nombre de poltergeist. Sinceramente, en mitad de este fenómeno, cuando uno de los testigos me preguntó qué me parecía lo que estaba viendo..., solo pude decir que me parecía normal. No se qué pensaría de mi respuesta.
En el templo de Kalasasaya, Tiahuanaco (Bolivia)

Quizá ese sereno arrebato de “normalidad” que me invadía me sirvió incluso de termómetro de mi propia singularidad, la que he alimentado desde que era un niño. Pero está claro que la vida normal que vivimos mi compañera y yo no lo es en absoluto. Lo que ocurre es que vivimos permanentemente en un paradigma ampliado de la realidad. Lo que quiere decir que nuestra realidad más cotidiana se sale de la norma, porque barajamos patrones, perspectivas..., de la vida que contemplan no un universo disparatado, sino un universo empeñado en transgredir un modelo obsoleto y limitado, asustadizo, del mundo, de lo que llamamos realidad. Si a esto añadimos que nuestra experiencia de la realidad está igualmente acrecentada, nuestro modelo de la misma es sin duda tremendamente enriquecedor... y se sale obviamente de la norma.

Así que hoy toca prosa, no una prosa poética y suave, acariciante del alma, sino una prosa intelectual pero acaso estimulante, que no pretende mas que evidenciar que vivimos una realidad con un componente mágico, paradójico, paranormal..., por descubrir o entender, fantástica. Y que se expresa en los fenómenos de la parapsicología en su conjunto o en las manifestaciones estudiadas por la ufología..., por mencionar genéricamente un par de ejemplos. Si a ello añadimos el sentido de lo trascendente, de los fenómenos de la conciencia, del mundo del espíritu..., experimentar la vida y sus manifestaciones adquiere una dimensión aún más amplia y esclarecedora.

En mi caso, tengo que decirlo, mi realidad más inmediata puede ser sorprendente..., aunque ya no me sorprendo porque se ha convertido en habitual y porque mi mente se ha adiestrado en la excepcionalidad. Y cierto es que no me gusta hacer tantas alusiones a mi persona, a mi particularidad. Pero tengo que transgredir esta norma que no lo es..., porque hay que hablar y dejar eclosionar los sentidos que encierran las experiencias, para compartir una cosa y la otra con los demás, contigo. Y que el río de la vida fluya... y hacer mi trabajo.

Cuando comencé a interesarme por “estos asuntos” era todavía un niño, apenas un adolescente y quizá lo hice, por una parte, porque tuve la oportunidad de presenciar algunos fenómenos desde mi niñez y la fortuna de ser introducido por mi padre en el entorno adecuado para mi formación en esos asuntos. De tal manera que era yo un adolescente entre adultos versados o experimentados en diversas ramas del mundo del misterio, humanos buscando respuestas a las incógnitas que les planteaba la vida. Así que mi mente se fue forjando en una visión de la realidad que contempla lo imposible no ya como plausible, sino como cotidiano. Porque, además y a fin de cuentas, el misterio y la búsqueda de respuestas que vengan a disiparlo convierten a la vida en un acto de pura magia, poesía latente en cada fenómeno que desprovisto de alma no es mas que mecánica del micro o del macrocosmos, sólo mecánica. Y nada más lejos de la realidad.









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