A NEPAL




Contenido en llanto sin canto, sin risa ni sonrisa, en lágrima expresado, en mano tendida, en polvo y lluvia, y en rugido de cien tigres que se dejan caer por las montañas. Manto y llanto, desolación vestida de tierra rota y herida. Dragón llameante que rasga el velo más abrupto y se retuerce. Contenido el clamor del miedo, y el dolor, y un millar de sonrisas borradas para siempre. Contenido lo que no puede contenerse.

Compasión es el nombre de la montaña más alta (y toca el cielo). Compasión es el nombre del valle (y acaricia el alma). Compasión es el nombre de dragones de piedra que se retuercen bajo la piel del mundo, en un lugar del mundo vestido de alma que clama a la eternidad (y allí los hombres rozan la frontera de la Luz más cristalina y de la ciudad sin tiempo).

La trascendencia se ha vestido de fuego en pira, de lamento, de valle desencantado, de almas caminantes que ya no caminan, de atardeceres manchados, de amaneceres rotos por horas inciertas.

Clama el cielo porque la tierra llora, llora el hombre porque la vida duele, duele la vida porque el alma escapa sin irse y escapar no puede y mira al mundo por ojos llorosos, y grita al mundo por gargantas que gritar no pueden.

Compasión. Compasión es el nombre de la montaña más alta y del dragón que se extiende de occidente a oriente, recostado y separando dos mundos hasta que se mueve, despierta y se mueve. Y al moverse clama el cielo porque la tierra llora, y su llanto duele. Y su dolor es dolor del hombre. Y el dolor del hombre llanto, y su llorar muerte.




A Nepal. Y a todos los damnificados 
por el sismo del 25 de abril, en Nepal, India, Tíbet y China.



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