Despliego las alas y estremezco el aire que me envuelve. Rumor de vuelos contenidos: los que fueron, el que es, los que serán.
Salto desde la cumbre más primigenia, montaña del tiempo, montaña sagrada, de la vida, del Gran Espíritu de la Luz, Monte Meru de las estrellas. Y alzo el vuelo.
Ella vive en mí. Ella yo es. Y en ella, y en sus resplandores aéreos encuentro mi legado, el que a mi mismo he dejado, el que es en mí…, libre y sin ataduras.
Alzo el vuelo y la densidad se hace sutil, y lo sutil tenue como el aire de cristal invisible, y la luz se descompone en colores, y el color en vibraciones, y las vibraciones en tonos, y los tonos en música. Y al poner rumbo a las estrellas música de esferas bañan mis oídos. Y oigo en ella mi propia voz, mi propio canto, y el batir de mis alas.
Águila en mí que es. Águila en mí que soy. Cuando se viste de hombre y cambia su nombre por el mío, camina en la vida deteniendo su vuelo. Y al mirar al cielo y soñar con las nubes, al ver las estrellas y en ellas reconocer mi hogar, al sentir el viento en la cara y la lluvia de frente… siento nostalgia de su vuelo. Y al caminar quiero volar. Porque yo soy ella y ella es yo. Un alma vestida de terruño con alas de colores y una intensa luz azul rodeándome. Un águila vestida de humano.
Águila que imitas el vuelo de los ángeles, y el tañido de la luz, y la mirada más certera y profunda al corazón…, hazme volar y no me dejes olvidar el vuelo. Pues cuando vuelo soy. Cuando soy vuelo. Y es el vuelo lo que distingue al ángel y no los pesados pasos dados sobre el mundo, vestido de carne y huesos y atrapado por el tiempo.
Salto desde la cumbre más primigenia, montaña del tiempo, montaña sagrada, de la vida, del Gran Espíritu de la Luz, Monte Meru de las estrellas. Y alzo el vuelo.
Ella vive en mí. Ella yo es. Y en ella, y en sus resplandores aéreos encuentro mi legado, el que a mi mismo he dejado, el que es en mí…, libre y sin ataduras.
Alzo el vuelo y la densidad se hace sutil, y lo sutil tenue como el aire de cristal invisible, y la luz se descompone en colores, y el color en vibraciones, y las vibraciones en tonos, y los tonos en música. Y al poner rumbo a las estrellas música de esferas bañan mis oídos. Y oigo en ella mi propia voz, mi propio canto, y el batir de mis alas.
Águila en mí que es. Águila en mí que soy. Cuando se viste de hombre y cambia su nombre por el mío, camina en la vida deteniendo su vuelo. Y al mirar al cielo y soñar con las nubes, al ver las estrellas y en ellas reconocer mi hogar, al sentir el viento en la cara y la lluvia de frente… siento nostalgia de su vuelo. Y al caminar quiero volar. Porque yo soy ella y ella es yo. Un alma vestida de terruño con alas de colores y una intensa luz azul rodeándome. Un águila vestida de humano.
Águila que imitas el vuelo de los ángeles, y el tañido de la luz, y la mirada más certera y profunda al corazón…, hazme volar y no me dejes olvidar el vuelo. Pues cuando vuelo soy. Cuando soy vuelo. Y es el vuelo lo que distingue al ángel y no los pesados pasos dados sobre el mundo, vestido de carne y huesos y atrapado por el tiempo.
Miguel Angel, que hermoso!!! como amo el vuelo del Aguila y tan intimo el encuentro con la Luz.
ResponderEliminarAmalo y vuela, Esperanza.
EliminarES UN ESTADO QUE SIENTO COMO EL MÍO... NAMASTE Flo
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