ES




Es. No ha sido, ni está siendo, ni será. Es.
Y como Es, es indefinible, inabarcable, incomparable… Mas decir todo esto es definirlo sin hacerlo. Y trazar fronteras en torno suyo.

Sencillamente, Es. Y como Es, no está sujeto a nada.
No está sujeto a tiempo.
No está sujeto a espacio.
No está sujeto a la cuerda floja y trenzada, demasiado trenzada, de la mente.

Trazar un camino que conduzca a Ello es, de alguna manera, suficientemente innecesario. Bueno, no trazarlo, sino heredarlo, asumirlo, adoptarlo… Aunque tienes que andar tu propio camino. Es decir, y lo que implica, no ya hacerlo, sino hacerlo propio y libre, experimentarlo en lo más profundo y sagrado de ti. Pero nada de cadenas revestidas de santidad, de senderos salva-almas que iluminan porque son fórmulas magistrales. Si iluminaran, desplegarías alas y verías que el alma del camino ha de ser la libertad. Puesto que nadie vive ni padece, ni siente, ni llora, ni ríe, ni busca, ni encuentra…, por ti. Los caminos, si no cuidamos los pasos que damos, se convierten en cuerdas igualmente trenzadas, que limitan el pensamiento y no lo dejan volar hasta desaparecer,  condicionando los frutos de nuestra propia búsqueda. Y no te liberan del pensamiento, pues en la ausencia de él contemplamos la realidad. Y en su ausencia la luz deja de tener tonalidad, para ser sencillamente la Luz.

Hagamos el camino, pero que no se adueñe de nosotros. Al ponerle nombre y apellidos, al vestirlo de protocolos (no siempre necesarios) porque se suponen herramientas, corremos el riesgo de creer que el camino (el que se arropa de identidad heredada y se maquilla de verdad) es el fin en sí mismo. No la herramienta, ni la cerradura, ni la puerta, ni la llave de la cerradura, ni la piedra del camino, ni la arena, ni la hierba, ni lo que hay detrás de la puerta…, sino el fin último y verdadero. Y nos hacemos tan sabios de la teoría que solo somos voceros de lo que no entendemos. Y lo repetimos hasta la saciedad engreídos de un falso Conocimiento. Ciegos habladores que no escuchan el tañido de su propio corazón.

Así que como Es, no está sujeto a camino. No tiene dueño.
Se puede llegar a Ello…, pero trascendiendo el camino.

No es el camino lo que te libera, sino Tú Mismo. Y Tú Mismo no tiene nombres y apellidos. Quizá creas que lo tiene. Pero no lo tiene.
Es. No ha sido, ni está siendo, ni será. Ni nombre alguno tiene.






Comentarios

  1. Hacia tiempo que no leia algo tan bello y real, efectivamente hay quienes se creen sabios, cuando son como bien dices voceros que quieren notoriedad, destacar, que no conocen de lo que hablan, engreidos de un falso conocimiento, pero que blaquean sus palabras de bonitos colores. Que maquillan la verdad, porque desconocen lo que Es
    Gracias por esclarecer
    JM

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