Del amor a la locura y de la locura al amor.
En el camino trazado, donde los hados juegan con el destino; donde siempre el hombre está aun sin saberlo. En la frontera. Entre la hoguera y la orilla entre los mundos. Ahí estamos permanentemente.
¿De dónde el aire saca fuerzas para ser el viento?. ¿Y el hombre aliento, como alimento de sus más intimas esferas?.
Cruces de caminos con historias, oscuridades letales que arrebatan sueños y escarchan el brillo de los ojos. Y luces como miradas furtivas pero serenas, claras y certeras. Atanores prestos a templar el alma y vestirla de colores purpúreos, y borrar todo dolor con savia de risas y sonrisas, caricias dadas y no dadas, sollozos de gozo y primaveras que se sueñan permanentes.
¿Dónde asientan el conocimiento, y la verdad?. Si no miento..., no es el viento, ni el lamento, ni la duda, ni el camino entristecido. Solo el agua. Solo el aire. Solo el tiempo no perdido. La pregunta y la respuesta, el caminante no el camino… templan el metal más noble del que está hecho el corazón del hombre: luz dorada, cristal diamantino, arcoíris como cielo que completa territorios en los que libertad significa simplemente ser libre. Y el espíritu del viento no arrastra latigazos al oído, a la carne, a la esperanza.
¿De dónde surge mi fuerza, la tuya, el rugido del alma que defiende palmo a palmo la más sublime de las necesidades?: Libertad en el aire. Libertad en el agua. Libertad en la tierra. Libertad en el fuego. Libertad de conciencia desnuda de todo ropaje que le robe el nombre silencioso, y le ponga voz terrenal disfrazada de nube y puerta al cielo.
No hay paraíso que alimente sus ríos de sangre derramada, ni llanto que sea canto, ni piedra arrojadiza que sea tierna y sincera, ni horror que acaricie cabellos de hijos y de madres.
Del amor a la locura y de la locura al viento. De la ciencia a la sapiencia. Y de la paz a la conciencia. Caminos, caminantes, vuelos del alma y vidas como estrellas en el firmamento.
No se viste de sangre la poesía, ni el alma del poeta. Ni el atardecer se cubre con el velo rojo del martirio, solo es el sol que se oculta para amanecer en el alma. Solo es vida que gira y se renueva, y cantos de niños, y gotas de rocío sublimadas por la aurora, y palomas blancas que vuelan de cielo en cielo.
(A las víctimas de toda forma de violencia. Y al Espíritu de la Paz.)
Me ha encantado tu escrito, Miguel Ángel. Es, dentro de su autenticidad, un bálsamo para el alma.
ResponderEliminarFuerte abrazo
Ana ( amiga del alma )
Muchas gracias, amiga del alma, hermana del camino, rastro de luz sobre esta tierra.
EliminarUn abrazo.