A CERVANTES CON HUMOR (DON QUIJOTE Y LOS OVNIS)

Fotografía tomada de internet, propiedad de Pau García Solbes


(Con motivo del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, que pasara a mejor vida el 22 de abril de 1616).


“- ¡Que no son ovnis sino molinos de viento!.  Díjole Sancho al caballero de la triste figura cuando se enfrentó a aquellos gigantes que jugaban con el espacio y el tiempo, y ponían en duda el magín del más renombrado mago o poeta.

- ¡Que no son ovnis, sino molinos de viento!. Gritaba una y otra vez desde la atalaya del cerebro izquierdo un escudero rechoncho y asustadizo, más ocupado en devorar quesos y panes que libros de caballería, y mucho menos libros que hablaran de ovnis y de encuentros cercanos.
Las escudillas volantes quedaban muy lejos de un Sancho ancho y pancho, ocupado en sobrevivir y no en pensar no fuera que de tanto pensar se le derritiera el seso.

Pero eran ovnis, no eran molinos de viento ni gases de los pantanos, ni ingenios volantes al uso de los humanos, ni miedo a reconocer la supina ignorancia que nos gobierna siendo como somos tan ilustrados.

Aquella vez el Ingenioso Hidalgo tenía razón. Tanta razón tenía, y tan ciego estaba Sancho, que terminó fablando con el rocín flaco y desgarbado que soportaba el peso más de su armadura que de sus huesos:

- ¡Rocinante, amigo mío, alejémonos con presteza, que con poca sutileza nos llevarán de este mundo. Y temo el infortunio de no ver más a Dulcinea!.”


No es perversa la arrogancia si, como perfume o fragancia, acaricia los sentidos con propuesta y contenido… literario, pervertido, con el humor más desbordante o con el más comedido, desafiante al petulante y conversor del compungido en caballero andante, con caballo, quijote sin Sancho o sin molinos… Si Quijote fuera Sancho ser soñara. Si Sancho fuera Quijote fuera la quimera.

El humor nunca es dañino. Lo que daña es no entender que, hilando fino, del humor al amor solo hay eso: fino hilo de sonrisas, carcajadas, trenzas del cabello de la amada. Dulcineas generosas que salud rebosan sin pensamiento fino, pero atinadas voluptuosas que en la posada te hacen gritar… “¡Mesonera, más vino!”, y luego vino lo que vino. Tiempos ha que en los caminos ni lazarillos ni escuderos, mucho menos quijotismo.

Así que disculpad mi atrevimiento, pues después de tanto tiempo le he puesto ovnis al universo cervantino.


                                         Gracias, Miguel, por tu legado. Y no me tomes en cuenta esta broma… o sí.




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