A dónde miramos cuando miramos al pasado. Hacia dónde miramos.
No es el tiempo lo que nos separa de la obra de nuestros ancestros, ni siquiera de nuestros ancestros, pues el tiempo no es mas que un amasijo de recuerdos que volaron con el viento y la memoria se perdió con ellos.
No es el tiempo lo que me separa de los antiguos constructores, de los magos, de los templos y sacerdotes, del consejo reunido en círculo bajo una bóveda que simulaba el cielo.
No es el tiempo el culpable del olvido, ni siquiera el culpable de las fisuras de la vida (del rostro de la vejez) y del espacio recorrido entre tiempos.
No es el tiempo el responsable pero…, ¿hacia dónde miro cuando miro al pasado?. ¿Hacia dónde miro cuando poso mis manos sobre piedras que nunca fueron vistas como piedras?. Sostenedoras del cielo, ortostatos que sostienen las estrellas. Y el cielo construido como piedras gravitantes.
Hacia dónde miro cuando mirar, y tocar, y soñar despierto con el pasado, hace presente el tiempo transcurrido. Y oyes la música sin tiempo, y el canto de los que cantaron, y el sonido de piedra contra piedra, y el llanto de los niños, y la risa de la tierra…
A dónde miro. Cuál es la respuesta.
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